Redecora tu vida

miércoles, noviembre 16, 2005

Capmany

Ave María Purísima. Acúsome, padre, de llevar más de medio siglo, exactamente cincuenta y tres años, escribiendo letras para los periódicos. "Mal empezamos. ¿Cuántas veces, hijo mío?" Casi todos los días una vez, padre, y algunos días dos o tres veces. He pecado en todas las formas posibles, en todas las variantes de un kamasutra perodístico vicioso y cotidiano, y además he pecado de pensamiento, de palabra y de obra. Habré escrito doce o cartoce mil "servicios", como dicen los americanos, donde entran artículos, crónicas, comentarios, columnas, editoriales, recensiones, críticas, entrevistas, reportajes, notas, pies de fotografías, romance. He visitado templos y burdeles del periodismo escrito, radiofónico y televisivo. He recorrido diarios, revistas, radio y televisiones, donde a veces me han llevado como puta por barbera, extrayéndome palabras, ideas, ocurrencias y opiniones hasta dejarme exprimido y mal pagado. Me he metido en parlamentos, senados, ágoras, odeones, tetraos, asambleas, mítines, cines, exposiciones de arte, circos, estadios y plazas de toros para contar después lo que he visto en todos esos lugares. He sido grumete, meritorio, maldito, redactor, cronista, corresponsal en el extranjero, director de periódicos y de agencias informativas. He fundado periódicos universitarios y juveniles, un semanario deportivos, una revista de poesía y otra de información general, que todavía aletea. He pecado mucho, padre, y lo peor de todo es que aún tengo un invencible y desordenado apetito de seguir pecando, y que no me arrepiento de nada —digamos de casi nada— de cuanto he dicho o escrito. Si acaso, me arrepiento de no haber cometido más pecados de lo mismo.
Escribir en Madrid será llorar, decía Larra. Pero escribir en periódicos es ser Sísifo. Todos los días levanta uno la piedra, esa piedra que uno cree que es luz, carga con ella y la sube hasta una columna del periódico. Por la noche, la piedra de luez ya es fátima vana, ha perdido la pompa y la alegría que tuvo, si es que la tuvo, y cae de nuevo al fondo del barranco del tiempo. Hay que coger otra vez la piedra y subirla hasta la columna del periódico. El columnista vive como un eccehomo sucesivo, atado siempre a la columna. A Paco Umbral le he llamado alguna vez "Sísifo cotidiano". A mí me gusta ser sísifo, y por eso lo hago. Hay que resignarse a que el periódico es como el río, que continuamente pasa y se va, y se lleva el agua donde uno escribe. Esa es su grandeza. Heráclito habría dicho, ante el suceso de la existencia de un periódico, aquello que dijo ante la vida misma: panta rei, todo fluye, todo pasa. [...]
El periodismo, ya lo ge dicho, es el río de Heráclito. Pero también vale decir que es una inmensa hoguera, un enorme incendio de palabras. Uno destila palabras urgentes y a veces dolorosas, y las vas tirando al agua. O las va echando a la hoguera. De vez en cuando, algunas de esas palabras merecen ser salvadas de la corriente o del fuego. O eso piensa uno. Todo el que escribe es un poco petulante, y yo no voy a ser la excepción. [...]
Después de más de medio siglo de ejercicio profesional he aprendido que es absolutamente cierto que el periodista está obligado a ser un sujeto que escribe de todo sin entender demasiado de nada. Los periodistas escribimos de todo aquello que no entendemos. Cuando un periodista escribe de lo que entiende se convierte en un especialista y deja de ser un divulgador, es decir, un periodista propiamente dicho. Se convierte en un profesor que escribe en los periódicos.
Debo confesar ahora que al releer mis palabras para escoger las que aquí pongo no he encontrado nada —digamos casi nada— de lo que arrepentirme. Claro está que lo que escribí a los veinte años no es lo que escribo a los setenta. Un hombre, claro, no es un mineral o un metal inalterable. [...]
He leído muchos más libros de los que le quemaron a don Quijote el Cura y el Barbero en el donoso y grande escrutinio. He pasado por casi todas las ciudades españolas. por docenas de ciudades de Europa. varias de América, algunas de África, pocas de Asia y ninguna de Oceanía. Nací en la dictadura de don Miguel Primo de Rivera, y por tanto he visto llegar la República, encenderse la guerra, estallar la paz, reinar el hambre. prolongarse el franquismo, hacerse el harakiri el régimen, volver la monarquía, alborear la transición y amanecer la democracía. Si después de todo eso y de lo demás que aquí no cabe escribiera hoy las mismas cosas que a mis veinte años yo sería un sujeto impermeable e irremediablemente gilipollas, un mentecati de manual... Lo que sí puedo decir es que nada encuentro en todo lo que he escrito durante mi vida de lo que tenga que avergonzarme. Jamás he escrito una letra bajo soborno, por miedo o por adulación. Mis palabras serán yerros o miserias, pero todas son mías, muy mías y nadie me las dictó nunca, y si algunos intentaron dictármelas, yo no las copié. He escrito siempre lo que pensaba desde la sinceridad y sin cobrar ni pedir ni esperar otras monedas que las escasas del pago de la colaboración. Por eso, lo único que tengo es lo que os he dado. De eso también os doy mi palabra. [...]

Prólogo. "Doy mi palabra"
Jaime Capmany

1 Comments:

At 1:11 p. m., Blogger AzucarGlassymas.com said...

Nice Blog!! I thought you was very bored , cause last post are really long...
Por favor!! te aburres de verdad en el curro ¿no? escribes tanto que tardo mil años en leer tus post!!!!! jajaj!! Bueeno, te perdonop oruqe yo a veces tb me enrollo...

Ale! para que luego digas que no te posteo... jeje

 

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